miércoles, 14 de enero de 2009

El nacimiento


Sho no sentía nada, no oía nada, solo los latidos de su corazón, fuertes, constantes, solos... no... acompañados, cientos de ellos, a su ardedor.
Intentó moverse, pero tenía las extremidades entumecidas, como si no fueran suyas. Concentró todas sus fuerzas en estirar su piernas, que sentía fuertemente sobre su pecho, como en posición fetal. Pero cuando creyó hacerlo escuchó unos suaves pataleos en el agua, pero lejanos. Simultáneamente, también una fuerza mayor lo obligó a desplegar la mano del las rodillas y refregarse un ojo.
Sho entró en pánico, comenzó a sacudirse desesperado pero por más que intentara abrir los ojos estos no les respondían, sus manos y pies se movían con libertad pero una sustancia como agua les proporcionaba resistencia.
Solo con la ayuda de sus dedos logró abrir los ojos. Estaba sumergido en una espesa sustancia con tinte verde. No veía la superficie ni el fondo, solo reducidas criaturas en posición fetal. La sustancia era como cables que los conectaban, podía sentir sus latidos, ser parte de su nutrición e, incluso, no podía contener algunos movimientos que seguramente otros deseaban.
Se sintió flotar tranquilamente en un momento y en el siguiente era succionado bruscamente hacia abajo. Se cruzó con siento de figuras que aún dormían pacíficamente. Como si estuviese atrapado en una poderosa corriente marina recorrió túneles y dio volteretas hasta que salió disparado al exterior por una pequeña abertura.
Giró en el aire por encima de un gran pantano en el cual muchas figuras, que también acababan de ser expulsadas, se alejaban pacientemente embarradas de pies a cabeza. El aterrizaje no fue lo que se puede llamar tranquilo, resbaló varios metros el mentón en el lodo fresco. Pero no se dañó... demasiado.
Sho estaba aterrado, se volteó desesperadamente para ver la monstruosa cosa que ababa de darlo a luz. Un árbol infernal se erguía asta los cielos. De sus fuertes raíces enterradas en un fétido pantano, eran expulsadas criaturas constantemente. Más arriba en su tronco brotaba una blanca figura embarazada. En su calva cabeza se reflejaba la limpia luz de la luna.

viernes, 2 de enero de 2009

Mil veces "¡Demonios!"



"¡Maldito cachibache de fantasías!" Pensó Sho salpicando el asfalto con espesas gotas de sudor sanguinoliento. "Voy a quebrarte las esqueléticas patitas" El hada que estaba parada soberbiamente de espaldas al chico, se voltio indignada y insultándolo exaltada lo roció con una casi imperceptible lluvia de saliva. Acto seguido, se coló por la mugrienta rejilla de rezagote de lluvia y se perdió de vista.
"Huy mierda, se enojó" Sho se colocó nervioso la boina que llevaba en la mano "Mejor me voy". Comenzó a caminar nervioso por un callejón a oscuras que estaba a su derecha, cualquier cosa era mejor que un hada enojada. Pero no pudo alejarse ni dos metros cuando la tapa del rezagote salió disparada.
Sho miró aterrado como seis grandes patas mecánicas emergían de las cloacas, el gran artefacto se posó frente a él y antes de que pudiera hacer algo lo succionó con la enorme sopapa que tenía por boca, Sho se metió de seco en la máquina con el único recuerdo de la malévola risa del hadita.

Mil suertes.
Mi nombre es Simbelmynës.
Ojala les guste mi historia.